Thales, Franklin y Volta
Una Historia muy Electrizante
(Primera Parte)
A éste lo atrajo el Ámbar
Mileto, hacia el año 600 A.C., era una ciudad
griega situada en la costa occidental de Asia Menor, en lo que hoy es la
provincia de Aydin en Turquía. Era una polis, una ciudad-estado independiente,
y uno de los centros más importantes de la civilización griega antigua.
Disfrutando
de la brisa del Egeo, una mañana, Thales caminaba por la playa, reflexionando
sobre los misterios del universo. Thales no era un simple observador; era un
filósofo, siempre haciéndose preguntas y buscando respuestas.
Y así, caminando por la playa, se consiguió con algo que llamó su atención: un trozo de ámbar (una resina dorada y brillante). Empezó a frotarlo contra su túnica de lino y notó algo sorprendente: el ámbar comenzó a atraer pequeñas plumas y trozos de paja.
Thales se quedó maravillado. ¿Qué fuerza invisible estaba actuando? No lo sabía, pero aquel fenómeno lo intrigó profundamente. Pensó que quizás el ámbar tenía un "alma" o una energía oculta.
Aunque no lo llamó electricidad, su
observación fue la primera chispa de un descubrimiento que cambiaría el mundo.
Y así empezó todo.
Y a este lo atrajeron los Imanes
En lo que a
este tema se refiere, las cosas andaban despacio.
Unos 2.000
años, después, en la Inglaterra del siglo XVII, un médico llamado William Gilbert estaba obsesionado con los imanes. Gilbert era un hombre
meticuloso, de mente científica, y no se conformaba con las explicaciones
místicas de su época. Quería entender por qué ciertos objetos se atraían o
repelían.
Un día,
mientras experimentaba con ámbar y otros materiales, notó que algunos, al
frotarlos, adquirían una propiedad similar a la de los imanes. Gilbert decidió
llamar a este fenómeno "electricidad", derivado de la palabra griega elektron,
que significa ámbar. Fue él quien, por primera vez, distinguió entre el
magnetismo y la electricidad. Gilbert imaginó que el mundo estaba lleno de
fuerzas invisibles, y aunque no pudo explicarlas del todo, sentó las bases para
que otros las exploraran.
Sus
descubrimientos, recopilados en su obra "De Magnete", sentaron las
bases para la futura comprensión de la electricidad.
Un rayo que iluminó su mente
De aquí en
adelante, comparado con todo lo que el tema tardó en tener un avance, las cosas
van a ir a la velocidad del rayo.
Nos vamos a
la Filadelfia del siglo XVIII.
Benjamin Franklin no era solo un político o un
inventor; era un hombre lleno de curiosidad. Franklin estaba fascinado por las
tormentas eléctricas. Observaba los rayos y se preguntaba: ¿Será el rayo una
forma gigantesca de electricidad?
En 1752, Franklin decidió poner a prueba su teoría. En una noche de tormenta, salió con una cometa atada a un hilo de seda y una llave metálica. Cuando el rayo tocó la cometa, la electricidad viajó por el hilo hasta la llave, y Franklin sintió una pequeña descarga. ¡Eureka! Había demostrado que el rayo era electricidad.
Pero más
allá del experimento, lo que realmente emocionó a Franklin fue la idea de que
la naturaleza podía ser comprendida y dominada por el ser humano. Su
descubrimiento no solo iluminó su mente, sino que abrió el camino para el
estudio de la electricidad en grandes escalas.
De la rana a la pila, de un salto
Finalmente,
llegamos a Italia, a finales del siglo XVIII.
En la Universidad
de Pavía, al norte de Italia Alessandro Volta, profesor de
física, estaba fascinado por los experimentos de Luigi Galvani con ranas.
Galvani había descubierto que los músculos de una rana se contraían al ser
tocados por dos metales diferentes, y pensó que había descubierto una nueva
forma de electricidad "animal".
Volta, sin
embargo, tenía una teoría diferente. Creía que la electricidad no venía de la
rana, sino de los metales. Para probar su hipótesis, creó una pila de discos
alternados de zinc y cobre, separados por cartón empapado en salmuera. Al
conectar ambos extremos de la pila con un alambre, logró generar una corriente
eléctrica continua.
La creación de la primera batería eléctrica, conocida como la "pila voltaica", marcó un hito en la historia de la electricidad. Volta, orgulloso de su logro, sabía que su invento sería la clave para futuros desarrollos en el campo de la electricidad y la energía.
Volta no
solo resolvió el misterio de las contracciones de la rana, sino que también
demostró que la electricidad podía generarse de manera controlada. Su invento
fue la semilla de la revolución eléctrica que transformaría el mundo.
Siguiendo al cable conductor de la historia
Thales,
Gilbert, Franklin y Volta: cuatro mentes brillantes, separadas por siglos, pero
unidas por un hilo conductor: la curiosidad. Cada uno de ellos, con sus
observaciones, experimentos y razonamientos, añadió una pieza al rompecabezas
de la electricidad. Thales vio la chispa, Gilbert le puso nombre, Franklin la bajó
del cielo, y Volta la domesticó.
Esta es solo
la primera parte de la historia. A la electricidad le faltan aún muchos chispazos
por revelar, y otros personajes estarían listos para desentrañarlos.
Pero eso, lo
descubriremos en la segunda Parte de esta: Una Historia muy Electrizante.
¡Ah!, y por
curiosidad te pregunto: ¿Sabes cómo y por qué prende tu lampara?, o ¿por qué tu
lámpara dejo de funcionar?
aprende de la mano de un especialista en este tema.
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